ANÉCDOTA DE OFICINA,

o algo que me tocó vivir

Lo que voy a contarle es real y solo he cambiado los nombres y el de la Empresa.

Por: Guillermo Sáez Álvarez

Lo que sí puedo decirles es que era una empresa del Gobierno y sucedió entre los años  60-70.

Era  una oficina grande en un gran edificio.  Tenía varios Departamentos que se relacionaban unos con otros:   Logística, compras, despachos, etc.

En la oficina de despachos había más o menos unos 20 empleados. Estaba el Jefe principal, un adjunto a la oficina principal y el resto de los empleados-

En la oficina nadie estaba contento, pues el Jefe era bastante déspota y desconsiderado.  Sin embargo, su amistad con del Director de Logística le daba cierta autoridad adicional que él aprovechaba  para amedrentar a cualquiera que se insubordinara. Estábamos en épocas en que los gobiernos se alternaban para alargar los períodos.

El comportamiento del Jefe, y su cambios de conducta nos hizo entrar en sospechas que estaban a nuestro favor, pues tendríamos un motivo válido para deshacernos de él y era que supuestamente  el individuo consumía alguna sustancia prohibida o medicamento que en ocasiones le ponía la lengua pesada y era precisamente cuando se ponía más fastidioso e intransigente.   Pero tendríamos que comprobárselo e ideamos un plan para agarrarlo con las manos en la masa.

Todo teníamos que hacerlo con mucha discreción, y el plan solo lo conocíamos tres.

Lo primero era vigilar todos sus movimientos y salidas, pues el hombre salía casi todos los días y necesitábamos a alguien bien resuelto para seguirlo sin que se diera cuenta.

Había en la oficina un empleado pequeñito él, pero muy audaz y que le tenía ganas, y era de esos que no se dejan montar la pata sin importarles las consecuencias.

Había que esperar una de esas salidas sospechosas y solo decía “ ya vengo”.   Le tomamos el tiempo y tardaba más o menos media hora ida y vuelta, pero era a la vuelta cuando se ponía más impertinente y con la lengua pesada.

Sabíamos que tomaba algún tipo de pastilla, pues varios lo vimos  muy rápidamente en la boca lo que parecía una o varias aspirinas.

Los tres estábamos mosca todo el tiempo hasta que llegó el momento en que dijo ya vengo, le hicimos señas a nuestro “ detective” quien salió tras él a cierta distancia y logró seguirlo sin que se diera cuenta…. y  adivinen: el hombre se introdujo en un bar cercano. Nuestro “detective” esperó un instante y entró escondiéndose detrás de una puerta donde se escuchaba lo que hablaban en la barra.

Pues nuestro Jefe pidió un whisky doble que se tragó de un sorbo junto con algo así como unas pastillas quizás de aspirina. Espero un momento y pidió otro wiski puro, mientras nuestro vigilante observaba hecho el loco tras una cortina (según nos contó).

 - ¿Y cómo hiciste para que no te viera?, preguntamos-

 - Pues me metí al baño rápidamente y esperé un rato, como 15 minutos, sabiendo ya que ida y vuelta tardaba algo así como media hora. Pasados esos 15 minutos me arriesgué y salí, y al llegar subí por las escaleras. Al entrar en la oficina ya él había regresado. Yo estaba en el baño (supuestamente) si preguntaban por mí,

Pues ya sabemos que se droga y cómo se droga….pero ¿Cómo probarlo sin arriesgarnos nosotros mismos?

Pero ya teníamos una carta bajo la manga, y en el caso de necesitarla la usaríamos diciéndoselo en su cara.

La única opción era dejarle un anónimo sobre el escritorio diciendo algo asi:  

“Sabemos que te drogas y como te drogas.
Alguien te siguió al bar, así que
te portas bien  o te denunciamos.”

Pero el hombre corrió con la suerte de que muchos, incluso él salimos jubilados antes de cumplirse un mes, jubilación que habíamos pedido 2 meses antes  y llegó de improviso.

Pero…. A veces Dios hace su trabajo, y el Jefe, quizás al verse en casa abusó  y se murió un mes después de jubilado de un infarto fulminante.

LA JUSTICIA TARDA PERO LLEGA

¡DE ESO HACE 36 AÑOS!

Por: Guillermo Sáez Álvarez,

SEPTIEMBRE 2014