o un día de paseo...
La quebrada de Tacagua pasa por debajo del Viaducto principal de la autopista Caracas, La Guaira, cuya construcción se inició el año 1950.
Por: Guillermo Sáez Alvarez
Este relato es del año 1946.Por lo tanto, nadie imaginaba siquiera que en un futuro se construiría una autopista.
Eramos un pequeño grupo de excursionistas acostumbrados a caminar por todas partes y la quebrada nos tentó a realizar un paseo a todo lo largo de su caudal.
Cabe destacar que por esa época el valle de la quebrada de Tacagua aún no se había poblado de ranchos, y sus aguas eran límpias.
La quebrada por la parte donde comenzamos el paseo seguía un curso bastante tranquilo hasta el litoral central, con muy poco declive formando un valle angosto, mas bien un cañón que podía seguirse fácilmente, y hasta bañarse en pequeños pozos que se formaban al encontrar piedras y otros obstáculos en su curso.
Ya nos habían contado que íbamos a encontrar sorpresas y vaya que las encontramos.
En vista de que salimos algo tarde, nos sorprendió la noche y hubimos de pernoctar en una gran piedra plana en el centro del curso de agua sin ningún temor, pues tuvimos la precaución de efectuar el paseo antes de la época lluviosa que desborda la quebrada.
Nuestra primera sorpresa fué encontrar un puente natural que atravesaba la quebrada de extremo a extremo, donde aprovechamos para tomarnos algunas fotos que lamentablemente se perdieron.
Dicho puente , que ignoramos cómo se formó, debía tener miles de años.
Siempre caminábamos por el márgen izquierdo que tenía menos obstáculos y hasta había pequeñas playas, donde aprovechábamos para descansar, pues sabíamos que la caminata hasta Catia La Mar iba a ser larga.
Mas adelante vimos una altísima pared rocosa completamente vertical. Era una formación geológica con características muy particulares, de piedra muy dura semejante al mármol que debía tener miles de años de antiguedad. Para nosotros, sin ningún conocimiento de geología, dicha pared era algo así como piedra marmórea de diferentes tonalidades. Aprovechamos para tomar muchas fotos para nuestro álbum que, como dije antes, se perdieron sin saber cómo ni cuando.
Curiosamente, había poca vegetación. Al menos no conseguimos árboles. Solo pequeños arbustos.
Del sitio donde comenzamos el recorrido hasta el litoral habría una distancia bastante larga, quizás unos 20 kilómetros, pues tardamos unas 11 horas, casi hasta la desembocadura de la quebrada en el mar.
Fué, en definitiva, un largo paseo del cual conservamos muy buenos recuerdos, y el descubrir esa cara escondida de nuestra querida montaña.
Por: Guillermo Sáez Alvarez,
junio 2012
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