o Apascacio Mata, mi policía favorito...
Por Antonio Chalbaud.
28 junio, 2014
Corrían los inicios de los años 70s y estaba en esa época trabajando cerca de la Iglesia de Santa Teresa, a la hora del almuerzo y lleno de calor me fui con dos compañeros a pequeño restaurant que nos habían recomendado por su calidad y buen servicio, ubicado en un pasaje entre las esquinas de Sociedad y Gradillas.
Dada la alta temperatura y como decíamos entonces, aquella “pepa de sol” del mediodía caraqueño, íbamos por la sombrita. Al llegar a la esquina de Sociedad, mientras esperábamos para cruzar la calle nos quedamos impresionados y con positivo asombro al ver la elegancia, marcialidad y sus cuidadosos ademanes para dirigir el tránsito. Era un Policía Metropolitano impecablemente uniformado y hasta de guantes blancos. El hombre era un flaco alto, muy estiradito, quien a cada elegante giro prusiano, se movía con llamativas maneras sin exagerar. Periódicamente devolvía saludos de los automovilistas o peatones con modo militar, llevando su amplia mano derecha enguantada hasta la sien y una fugaz sonrisa. ¡Todo un espectáculo!
Este extraordinario ejemplar de la policía en su rutinario laborar y la buena comida del restaurant El Congreso, nos llevaron a una nueva costumbre; la de acudir por la misma ruta todos los mediodías con una breve pausa para disfrutar del inusual hecho de un buen funcionario para el control del tránsito en el caluroso caos caraqueño, quien con sus modales, sencillez y rectitud daba buen ejemplo a la locura vehicular y peatonal. Su nombre es Apascasio Mata.
Con el pasar de los años aprendimos de él y las anécdotas que se tejían a su alrededor, muchas cosas que me llevaron a echar esta narración de aquella Caracas que ya lamentablemente no volverá.
Les cuento que en una ocasión, en 1980, detuvo a la caravana presidencial de Luis Herrera Campins, porque los escoltas de la seguridad del presidente se pasaron el alto y cuando los guardias trataron de pasar a la fuerza, nuestro buen Apascasio, con su cortesía de siempre les indicó que no podían continuar hasta que el semáforo no lo indicara para evitar un accidente y la consabida ilegalidad. Esto dio lugar a una discusión muy breve, ya que el mismísimo Presidente Herrera Campins se bajó de su vehículo y les indicó a los funcionarios que el policía tenía toda la razón, se disculpó con este y le pidió su nombre. De inmediato continuaron su recorrido rumbo al Palacio presidencial en sana paz y una salva de aplausos de los transeúntes al policía y a su actitud firme ante “El Poder”. También, es justo decirlo, se aplaudió a Herrera Campins por su reacción ante el cumplimiento de las normas. Un par de semanas más tarde nuestro personaje en cuestión, el policía Apascacio Mata, recibió de manos de sus superiores un sobre muy elegante con el escudo de Venezuela en relieve y las palabras Palacio de Miraflores. En su interior una tarjeta que le invitaba a un almuerzo con el Ciudadano Presidente Constitucional de la República. Con la sencillez característica del humilde y orgulloso policía al regresar de esta audiencia presidencial, Apascasio solo comentó que el nunca antes había comido cordero y sopa de apio; así es él.
Muchísimas anécdotas más y hasta algunas leyendas se tejieron con tan particular ser que rompía los moldes usuales de la imagen, pero aquí solo destacaré que jamás se puso en duda su gran honestidad, buenos modales, su respeto por todos los ciudadanos sin distingo de rango o clase social. Nunca ponía boletas o regañaba a los abusadores de la época y a los que infringían las normas de tránsito; solo los detenía a un lado de la calle y los aconsejaba, los instruía sobre el cumplimiento de la ley, todo ello con respeto y educación. Eso desarmaba a todo el mundo y terminaban agradeciendo su labor. Así es él.
Tan buena imagen llegó a tener que la primera Miss Universo criolla, Maritza Sayalero, cuando regresó al país y participar en un gran evento oficial en 1979, en lugar de la escolta de cadetes de la Escuela Militar, prefirió específicamente al ya Sargento Mayor Apascasio Mata. Un honor a quien de sobra lo merecía.
Fue invitado y condecorado por el Presidente Carter a visitar la Casa Blanca en Washington como huésped honorífico del gobierno de los Estados Unidos y dictó conferencias a la policía de esa ciudad.
Pasado el tiempo, el implacable tiempo, nuestro admirado y respetado buen policía pasó a retiro en 1996, luego de más de 32 años de servicio impecable, 18 de ellos en la esquina de Sociedad que ahora está sola de vigilancia respetuosa y cortés.
La bullanguera ciudad parece haberse olvidado completamente de este personaje sencillo y pulcro por dentro y por fuera, quien debe ser recordado como ejemplo a lo que debe ser un buen policía.
Prefiero dejar esta crónica hasta aquí, con la memoria de los valores que ensalzan al buen funcionario honesto. Apascasio aún vive y sigue sonriendo, como siempre lo hizo antes.
¡Que Caracas aquella, la de mis tiempos!
Don Eliseo
Tomado de:
"Mi Policía Favorito, Apascacio Mata"
por Don Eliseo
RETROCEDIENDO UN POCO EN EL TIEMPO AGREGO ESTE COMENTARIO:
Y HABLANDO DE POLICÍAS,
o Pablo Guzmán (Pablote)...
No conocí a Apascacio Mata, sin duda un excelente policía que cumplía con su deber al pié de la letra. –GSA-
Por: Guillermo Sáez Álvarez.
Pero sí conocí a Pablote, el famoso policía que cuidaba la esquina de Las Monjas en los años 40’s, y a pesar de que me llevó preso una vez que me agarré a golpes con un buhonero que me ofendió, no le guardé ningún rencor. Al contrario, conservo un buen recuerdo de él como todo aquel que lo conoció, porque cuidaba dicha esquina como si fuera suya.
Recuerdo como si fuera hoy cuando nos dijo al buhonero y a mí: “En mi esquina nadie pelea Esta noche van a dormir presos en el mismo calabozo, y del dicho al hecho, llamó una patrulla y nos mandó a la Jefatura de Catedral, y allá nos metieron, uno en cada esquina.
Yo tendría 18 años, allá por el año 1945, y me dirigía a Catia, a visitar a unas amigas vestido de flux y corbata y como no le quise comprar, me dijo algo ofensivo y aunque en ese momento no le hice mucho caso, me llevé grabada su cara. Regresé temprano y el buhonero estaba aún ahí y al verme me ofendió de nuevo con un dicho que estaba de moda, y me dijo: “Adiós, pico y pala”. Bueno, la segunda vez yo ya llevaba la espinita y le desparramé toda la mercancía agarrándonos a golpes. De repente, sentí una mano de hierro que me agarraba, haciendo igual con el buhonero y diciéndonos: “En mi esquina nadie pelea, así que ambos están presos” El resto ya lo conté.
Pablote era un moreno como de un metro noventa, y no dejaba pasar una, aunque era justo, según decía la gente que lo conoció de cerca.
Su fama era legendaria y todo el mundo lo respetaba porque se hacía respetar y como para muestra basta un botón, aquel día, aunque en circunstancias desfavorables ya había dado la orden de que nos soltaran a las doce de la noche si nos portábamos bien. Y la orden se cumplió como él lo había ordenado, pues a la hora en punto se apareció un policía y nos dijo:
- “Ya veo que están tranquilitos y los voy a dejar ir si me prometen no volver a pelear”.
POR SUPUESTO QUE AMBOS RESPONDIMOS CASI A CORO QUE NO PELEARÍAMOS…. SI HASTA NOS HICIMOS AMIGOS….
Por: Guillermo Sáez Álvarez.
2 de julio de 2014.
Nota) No he encontrado una foto del "Pablote" de los años 40's, por lo cual no se publica.
Buenas tardes:
ResponderEliminarMuy agradecido por el envío de sus trabajos, sobre la Caracas de los techos rojos, la cual tuve oportunidad de conocer siendo un niño de la provincia que visité esa ciudad por primera vez en 1954.
Luego conocí al nunca bien ponderado Apascacio Mata, cuando ya era un adolescente y lo recuerdo porque siempre que iba a Caracas, acostumbraba ir a la esquina de sociedad, para ver al enérgico policía, que con ese impecable espiritu marcial, dirigía el tráfico vehicular en esa esquina.
Apascacio, creo que es de Caucagua. No había viejita o viejito que pasara por esa esquina,que el cortez policía no le diera la mano para pasar de un lado a otro de la calle.
Saludos..C. Díaz
Muchas gracias por este comentario que me fue hecho por e-mail
EliminarSaludos
J.W.
Gracias por estas anecdotas, le cuento que tengo un video donde sale Apascacio y una correción: Maritza Sayalero no es "criolla" (como el 85% de las Miss Venezuela) nació en España, hija de españoles y sobrina de Sara Montiel.
ResponderEliminarGracias por tu comentario,
EliminarEs muy interesante la aclaratoria que haces...
Con mie mejores saludos,
J.W.