o el poeta del jagüey…
...Oyéndote Cheo ramirez yo me quito mi sombrero, cuando pintas con esmero el corazón de tu suelo, te paseas por el ritmo del pentagrama llanero por los medanos y caños, por sabanas por esteros...Parte de un poema publicado por: Pedro Viloria
JOSÉ "CHEO" RAMÍREZ |
Por: Jahir Artigas
Nació en Flor Amarilla, Municipio Guanarito, en pleno llano portugueseño. Desde niño se forjó entre las distintas faenas del llano, siendo peón de hato y becerrero. El arreo, el ordeño, le significaban un constante contacto con la naturaleza, así fue aprendiendo y tomando de ella aquellos simples y sencillos detalles para convertirlos en hermosos versos y exquisita poesía.
Detrás de su recio semblante, que a veces contrasta con algunas de sus tiernas composiciones, lleva en si una amable y cordial personalidad. Lo conocí personalmente en uno de aquellos sencillos y concurridos homenajes que a la memoria de Luís Lozada “El Cubiro” organizaba en su casa nuestro apreciado folclorista Germán Pineda. Aunque en realidad, a José “Cheo” Ramírez, me lo presentó mi padre cuando apenas contaba yo con algunos diez años de edad, hablándome de su lírica y su música; porque es que nuestro integral creador es también poseedor de un especial talento musical con el cual cobija magistralmente cada una de sus obras.
En aquella hermosa búsqueda de “El Cachalero” interpretada por su majestad Freddy Salcedo, el poeta de cimarroneras nos pinta este hermoso paisaje nocturno: “ensillo y pego la soga, salgo rumbo al lambedero, noche con luna y lucero, cabalgan junto a mi sombra”
A El Jagüey, tema que grabara y difundiera por toda Venezuela nuestra querida Reina Lucero, el poeta de Flor Amarilla, le canta: “Tengo en mi llano un jagüey, que mana el agua clarita, limpia, pura y fresquesita, bajo de un araguaney”. Allí nos brinda una enriquecedora mezcla de música y poesía.
A la mujer venezolana la enaltece cuando le declama: “eres como yo te quiero, bonita como mi llano, eres como sus bellezas, y con ellas te comparo”.
Hace ya varios años, tuve la oportunidad de grabar algunos versos de mi autoría. Para no pasar por alto aquella humilde meta alcanzada, invité a una sencilla reunión a algunos poetas y cantantes de la región a quienes he tenido el placer de conocer. Quise hacerlo en Acarigua, en casa de mis padres. Hasta allá llegó el poeta de Ojos de Candela en Marzo, con su sombrero, cantando, deleitando a los presentes con hermosas remembranzas sobre sus más reconocidas composiciones. Ya al final de aquella inolvidable velada, otro grande de la canta criolla, mi amigo “Cheo” Silva, tuvo la osadía de invitar a contrapuntear a su tocayo Ramírez. Lo que nos regalaron estos dos genuinos exponentes de nuestro folclor a quienes tuvimos el honor de presenciar aquel intercambio de versos fue, sencillamente, excepcional.
El poeta y el músico cuando son auténticos, valga la aclaratoria, llegan espontáneamente a esas almas sagradas que para mi son los niños. A mi hija Valentina, de cuatro años, una vez le canté: “este verano que viene voy a echá una castradita, pa’ que en la Semana Santa, coma la muchachadita; arroz con leche, con miel, y los buñuelos, con miel, y el majarete, con miel… miel, miel” Emocionada me preguntó: ¿papá, quién canta esa canción tan linda? Esa es la Miel, de “Cheo” Ramírez, le respondí. Meses después, en las playas de Falcón, le decía a mi hija: “te regalo ese mar, esos manglares, esos cangrejitos; ¿te gustan?” Sí, me respondió. ¿Ahora que más quisieras que te regale? le pregunté. Y por allá, en Tucacas, donde el mar se pierde de vista, como en Guanarito el llano, sin pensarlo, Valentina me pidió: “¡quiero que me cantes la Miel de “Cheo” Ramírez!” Ahora mi hija canta: “al Jagüey de “Cheo” Ramírez, los niños deben cuidar, para que el planeta azul, siga siendo nuestro hogar”
La última vez que tuve el agrado de compartir con este valor venezolano, a quien nuestro inmortal Simón Díaz le grabó su Rosarito, fue con motivo de una agradable visita que recibí, la del insigne poeta y pintor caraqueño, Omar Cruz, quien llegó a mi hogar en compañía de mi hermano Mijail y mi compadre Alfredo Mendoza. Me dijo Omar: “quisiera oír música llanera, de la buena”. Invité a “Cheo” Ramírez. Reunidos en el porche, le pedí al compositor de “Carrao Carrao” que dedicara al creador de “Paginas Cruzadas” un disco suyo. El poeta miró cariñosamente a nuestro apreciado visitante mientras sostenía en sus manos un lápiz y su ultimo trabajo musical; y así, como por arte de magia, escribió: “mi musa es como una luz, reflejada en la llanura, como una caricatura, plasmada por Omar Cruz”
José “Cheo” Ramírez, Dios le dé larga vida, para que siga cantando a la naturaleza, a los niños, a la mujer… para que siga cantando a Venezuela. ¡Salud, poeta!
Por: Jahir Artigas
Tomado de:
NOTICIAS VENEZUELA
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