tomado del baúl de los recuerdos…
...una o más trabajadoras domésticas, tradicionalmente denominadas "criadas" o "sirvientas", eran personajes normales en todas las casas de las clases media o alta de la Caracas de antaño...
Por: Guillermo Sáez Álvarez
Dolores Correa, Tiota, Casimira, María Barrios, son nombres que no les dicen nada, pero que sirvieron como empleadas en la casa de La Pastora cuando por aquellos años, 1940-45, por ser una familia grande, y no pudiendo mi madre ni Tiota con todo, teníamos que buscar ayuda para cocinar o para servicio de adentro en labores de aseo y atender en la mesa a mis padres y mis tíos, trabajo que hacía Dolores. También estaba mi abuela, pues el abuelo murió en 1939.
Tengo que hacer una excepción, pues Tiota vivió siempre con nosotros y murió a los 102 años. Dolores Correa era criada de mi abuela, que la celaba de cualquier hombre que se le acercara, hasta que aceptó a un portugués llamado Antonio Baena que se la llevó e ignoro si tuvieron hijos.
María Barrios vivió con nosotros bastantes años haciendo de todo un poco, y Casimira era cocinera. Estas las cambiábamos con cierta frecuencia quizás porque mis tíos en eso de la comida eran caprichosos, pero nunca tratamos mal a ninguna, aunque nos alegraba cuando llegaba una nueva porque íbamos a cambiar de sazón. Ganaban 3 comidas y un sueldo acorde a la época,
En una ocasión entró a trabajar una muchacha para ayudar con mis hermanos más pequeños. Era una catirita buenamoza que supuestamente me dio un sobrino que nunca conocí, pues mi hermano Francisco no perdonaba a nadie y le puso una barriguita. La muchacha se fue antes de dar a luz y como mi hermano no hablaba de esas cosas conmigo, nunca supe nada de ella y si parió a su hijo o no.
Con el tiempo, mis tíos se fueron casando y disminuyendo los habitantes de la casa hasta que solo quedamos mis padres y nosotros que fuimos creciendo y yendo al colegio, hasta que al casarse Dolores, Tiota quedó encargada de la cocina y no hubo que contratar a nadie para ese trabajo, aunque sí para cuidar a los más pequeños y fue cuando entró a servir la joven de quien les hablé que le sirvió también a Francisco, pero en la cama.
Debo aclarar que el único de mis tíos renuente para casarse fue mi tío José. Estábamos en 1943. Francisco y yo ya éramos adultos y estaban por ocurrir hechos curiosos y muy confidenciales por lo cual la presencia de personas extrañas no convenía.
Y fue la búsqueda de un tesoro que supuestamente perteneció al Conde de Alkiza y que narro con lujo de detalles en el cuento que publico en este mismo Blog titulado: EL TESORO DEL CONDE DE ALQUIZA, que ojalá lean.
Y valgan estos comentarios de índole doméstico, para promocionar mi cuento que aunque quizás algo largo para mi estilo les va a resultar muy ameno, interesante y bastante curioso e histórico.
Por: Guillermo Sáez Álvarez,
Agosto 2014.
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