donde nacen los Techos Rojos…
Por: Guillermo Sáez Álvarez
Tengo que retroceder más de 70 años. Cierro los ojos. Las imagines se agitan como dentro de una bolsa llena de papelitos, como si hubiera despedazado un periódico y numerado cada uno como si fuera a hacer una rifa y comienzo a ver cosas, pero sin sentido… ¡Ahhhh!, logré ver lo que parece una cara, un dedo y al fin sé que es Tiota. Sigo removiendo y veo algo que me huele a café .Me confundo yo mismo y me pregunto ¿cómo es posible oler un papel?, pero no cabe duda, es café y comienzo a entender: si, es esa infusión de esencias arábicas que sale del papel. Deben ser la cinco de la madrugada y también se debe a Tiota, la que vivió 110 años y así voy hilvanando pedacitos de un periódico con signos inmóviles de quien sabe cuándo.
He estado soñando y en ese duerme-vela donde no estoy ni dormido ni despierto y veo una luz que se asoma tímidamente por la puerta, y es la luz de otro día. Eso significa que estoy despierto y mis fosas nasales captan…esta vez sí, el sabroso aroma.
Ya Tiota se asoma empujando un poquito la puerta con una taza en la mano con la cafeína de cada mañana. Yo tengo 12 años, pero mi vicio tiene muchos más, pero si es vicio, he vivido con él más de 80 y sé que no hace mal o no tendría la edad que tengo.
Miro el reloj y son las 6 am. Me levanto sin despertar a Elena y me dirijo a la cocina, preparo 4 tazas de café negro y me siento afuera, viendo los ficus que se alinean en la calle No. 6 entre sorbo y sorbo.
Entonces recuerdo el sueño; no estoy en La Pastora de cuando tenía 12 años, pero tampoco en Los Rosales donde un triste día partió Tiota. Estoy en La Arboleda donde cada día medito en ese intervalo de tiempo, mientras Elena se levanta a comenzar su rutina que se repite casi exactamente igual y la escucho hablando sola con sus pensamientos como si rezara. Ya sé que pronto tendré mi avena, que acompaño con un cambur y café con leche.
Cuando me siento frente al monitor de mi computadora, llevo en mi mente el tema del día. Hablaré de La Pastora, aunque lo haya hecho muchas veces, pero esta vez será diferente. Allí viví, o vivimos 20 años y yo estaba muy lejos de unirme a la fiel compañera con la que he compartido penas , alegrías, tristezas, hijos, nietos y ahora 2 biznietas y un biznieto, los amores más recientes, y más consentidos.
Desde el sueño, cuando tenía 12 años, hasta los 24 y Tiota, nuestra aya vivía, nos cuidó hasta que crecimos en aquella casona de Truco a Guanábano y viví la mayoría de mis aventuras, noviazgos, travesuras, excursiones, deportes y por supuesto mis estudios de primaria y secundaria comenzando por las hermanitas Calcaño, las monjas Franciscanas, el Colegio San Ignacio, el Liceo Alcázar.
Quién que haya leído mi memorias y mis cuentos no recuerda la casona de La Pastora, con sus 7 habitaciones, 3 patios, 3 tanques de agua y un segundo piso donde vivía Tiota, al que yo llamo el cuarto No. 7 y que de niños le teníamos miedo porque pensábamos que tenía algo de bruja, se sabía La Magnífica y el Credo al Revés, su cuarto estaba lleno de imágenes de santos y podía correr los aguaceros. También recuerdo que mi tío Aquilino a quien llamábamos Viejo Sáez alentaba esos miedos con sus historias y cuentos de Juan Sin Miedo y Pedro Rimales, y nos encerraba en el tenebroso cuarto para amedrentarnos.
La casona donde salían fantasmas y yo podría jurar que vi uno. Era una mujer toda vestida de blanco que entró al baño, abrió la regadera, dejó la puerta abierta, yo me asomé…. y nada. Mi padre me asegura que también la vio.
La casona donde viví con mis tíos que se fueron casando, hasta que quedamos solo con nuestros padres y los hermanos que habían nacido.
La casona donde durante 2 años acompañé a mi abuelo al mercado de San Jacinto, hasta que se marchó de este mundo en 1939, justamente cuando comenzaba la segunda guerra mundial.
La casona donde y que había un tesoro enterrado y buscamos y buscamos sin encontrar nada. Solo tierra. Era el supuesto tesoro del Conde de Alquiza.
Pero retrocedamos a 1931-32 a la escuela de las hermanitas Calcaño, donde estudié mis primeras letras y me enamoré por primera vez. Se llamaba María Luisita y era lo más bello de este mundo. Ella también estaba enamorada y sus padres eran ricos burgueses. Al crecer se olvidó de mí. Ojalá haya sido feliz.
Si mal no recuerdo entré al Colegio San Ignacio por los años 33 y 34 de los hermanos Jesuitas. Junto al Colegio La Salle eran los mejores de Caracas. Con ellos aprendí bastante, jugué fútbol y conocimos el Ávila (hoy Guaraira Repano) de extremo a extremo.
Mientras yo crecía, mis hermanas también, siendo Josefina la más bella. Por ella tuve varios pleitos y también por mi hermano Rafael (10 años menor que yo)
Cuando se habla de La Pastora, es imposible olvidar el Parque Sanabria, una urbanización de casas-quintas entre Guanábano y Dos Pilitas. Era para nosotros el sitio habitual de reunión, de hacer deporte como boxeo y béisbol, molestando de paso a los vecinos que más de una vez llamaron a la policía, pero como teníamos un sitio de escape que daba a la quebrada de Catuche, siempre escapábamos ilesos por un rincón llamado “El Mojonal” donde los gendarmes no entraban ni locos. Lo del nombre ustedes se imaginarán porqué.
He escrito muchos artículos donde hablo de la Caracas de los 40, de El Hatillo, Los Chorros, prácticamente en ellos se resume toda mi vida y mis contactos los han leído todos. En Mis Memorias hablo desde mi llegada a La Pastora hasta mi matrimonio en 1950.
He escrito poco acerca de aventuras sentimentales, pero antes de casarme tuve varias novias y muchas amigas, destacándose la familia Croes que fueron casi como hermanas. Tuve una novia que vivía en Barquisimeto y muchas aventuras amorosas.
Aunque no tuve estudios universitarios, aprendí mucho sobre artes plásticas y fisicoculturismo. También como dibujante de Sistemas, caligrafía y contaduría.
En la Universidad Central trabajé 4 años en la Biblioteca de la Escuela de ingeniería donde a través de Jesús Romero conocí a una de sus hermanas que fue mi novia un corto tiempo.
Tengo muchas anécdotas que he contado en mis escritos y que casi todos mis contactos conocen.
Paseo por la Ciudad colonial de caracas
Comencé hablando de la Pastora y terminé hablando de mí, pero no puedo separar mi vida en la parroquia, pues fue allí donde viví mi juventud y la mayoría de mis aventuras. También donde conocí a mis mejores amigos y amigas. Ya La Pastora habrá dejado de ser junto a la Caracas de antes, la parroquia de los techos rojos y de aquellos amigos pienso que soy el único que aún está en este mundo.
Afortunadamente de aquella época aún existe el CALVARIO, gracias a la reciente recuperación de las muchas que se le han hecho a través de los años.
Ojalá ande por ahí un buen amigo con quien tuve mucha comunicación y vivimos, con 10 años de diferencia, casi las mismas aventuras.
Por: Guillermo Sáez Álvarez,
10 de mayo de 2014
Extraordinaria narrativa, si me da autorización lo colocare en la Pagina del Facebook, de Gente de la Pastora, para el mes de diciembre. Lo invito a que nos visite en esta pagina, como en mi seccion del facebook. Victor Zambrano y allí vera algunas imagenes de esa Pastora antigua y actual de nuestra parroquia. Gracias de antemano.
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