la mujer sin cabeza…
Cuento corto
Por Guillermo Sáez Álvarez
(versión del original anónimo)
Cada sábado por la noche, entre una cervecita y otra, cuatro amigos se reunían para jugar una partidita de dominó en el bar llamado -EL DOBLE SEIS- equidistante entre el pueblo Barrio Nuevo y el cementerio -El Último Suspiro- por cierto, bastante antiguo. Entre ellos, esa tarde estaba de invitado el teniente Humberto Ramírez, quien había manifestado marcharse temprano, ya que vivía del otro lado del cementerio antes de que anocheciera, pues era un lugar lúgubre y obscuro y tenía que caminar hasta el otro extremo, como 2 kilómetros y no había forma de hacerlo bordeándolo, pues tendría que caminar cerca de 8 kilómetros.
Uno de sus amigos, medio paloteado le dice:
- “Ni se te ocurra, ya que te puede salir la mujer sin cabeza”.
Todos rieron a carcajadas, haciendo molestar un poco al teniente que dijo:
- “Yo no le tengo miedo a esas pendejadas que inventan la viejas, pero si fuera necesario lo haría a media noche”.
- “Entonces”, dice Arrechedera, “¿Por qué no hacemos una apuesta?, Van mil bolívares entre los 4 si te quedas hasta las 12 y te vas a pié”.
- ¡VAN!, dice el teniente, “y si me sale ese espanto le corto las patas, ya que no tiene cabeza”.
- “¿Pero cómo probamos que de verdad haz atravesado a media noche el cementerio?”, dice Molina, un gocho de los alrededores
Se levanta Arrechedera y dice:
- “Que deje la espada clavada en el centro del cementerio, donde dicen que sale el espanto. Nosotros iremos al amanecer para que no nos hagas trampa, y si vemos la espada te pagamos”.
- “¡Pago!”, Dice el.
Siguen jugando, y cuando dan las doce, se levantan todos y le dicen:
- “¡En marcha, teniente!”
El teniente inicia su travesía entre risotadas de los jugadores.
- “¡No te vayas a orinar!”, Le gritan
Llegado al lugar, y un poco nervioso, el teniente saca su espada y con fuerza, la entierra en el suelo, y cundo va a continuar su marcha, siente que lo agarran y no puede caminar. El hombre siente terror y hace esfuerzos por caminar, pero no puede…
Aunque bastante paloteados, pero arriesgando mil bolívares, a eso de las 6 am. Ya bastante claro, todos se dirigen al centro del cementerio, cuando ven como a 50 metros una persona caída, se acercan…
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¡Y ES EL TENIENTE MUERTO,
CON LA ESPADA CLAVADA
EN EL RUEDO DEL PANTALÓN…!
Por Guillermo Sáez Álvarez
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