miércoles, 27 de agosto de 2014

MACUTO,

El balneario que yo recuerdo... (años 40s)

"Macuto fue literariamente privilegiado. Los grandes escritores costumbristas y periodistas de Venezuela lo retrataron en novelas, crónicas y reportajes."
Guillermo José Schael

Por: Guillermo Sáez Álvarez

Macuto fue durante muchos años el balneario preferido de los caraqueños. Eran los años 40-45 y la gente accedía a él por el tren que comunicaba a Caracas con el Litoral Central.

Nosotros llegábamos por  El Ávila, a pié desde la Puerta de Caracas, subiendo por el antiguo camino de los españoles y por donde llegó a Caracas Pérez Bonalde  después de un largo destierro, y escribió el famoso y nostálgico poema Vuelta a la Patria. Quizás el primer poema que aprendimos cuando estudiamos la Primaria:

“Caracas, allí está, sus techos rojos
su blanca torre, sus azules lomas  
y sus bandas de tímidas palomas  
      que hacen nublar de lágrimas mis ojos”.

Pero sigamos a Macuto, cansados de la caminata y demos un paseo por aquel bulevar;  de un lado el mar, y del otro negocios y pensiones con mesas y sillas recordando los cafés de París y saboreando la sabrosa cocada que le gustaba  a Guzmán Blanco y a Juan Vicente Gómez según crónicas de la época, sin embargo a Gómez le gustaba bañarse  en Camurí Chico, pero antes, como era su costumbre, pasaba un camión lavando la calle por donde iba a pasar el dictador.

Macuto en realidad comenzaba en la llamada Plaza de Las Palomas, con una hilera de casitas enfrente, muy cercana a la Quinta La Guzmania, casona mandada a construir por Guzmán Blanco como casa presidencial. También estaba la quinta Bolívar que luego fue destinada a la Escuela de Grumetes, quedando solo la Guzmania que a la muerte de Gómez en 1935, fue utilizada por el General López Contreras, quien designó a Enriquito Castejón como cuidador oficial y era allí donde llegaban muchas veces visitantes ilustres, invitados del Gobierno y había que tener la mansión de punta en blanco todo el tiempo, para lo cual tenía designada a una señora que se encargaba de su aseo. Castejón era primo mío, y yo me aprovechaba des esa ventaja para visitarlo y dormir cada noche en una habitación distinta.

Plaza de las Palomas
Hay que decir que en el deslave de Vargas, en 1999, la plaza de Las Palomas quedó destruida y La Guzmania sufrió daños y dejó de ser residencia presidencial.

Más allá del bulevar estaba el Hotel Miramar,  mandado a construir por el General Gómez en 1920.  Era el mejor hotel de Macuto, construido a todo lujo y con piscina alimentada con agua de mar, una novedad para la época.

Continuando nuestro paseo nos tropezamos con el bar-restaurant y dancing “Las Quince Letras”, para la gente que pudiera darse el lujo de tomar, comer y bailar en sus instalaciones. El nombre se debe a que leído de principio  fin, el nombre tiene 15 letras.

Por los años 40’s. Macuto no solo era popular por sus hoteles, pensiones y  bares frente al mar. También había atracciones como la maratón de diez kilómetros que se celebraba anualmente y que siempre ganaba el famoso salvavidas Quintín Longa, un popular moreno de contextura atlética que paseaba a los turistas en su barcaza a remos.

Imposible olvidar la Urbanización Álamo con grande casas-quintas y el club Los Corales que tenía una enorme piscina.

Más allá de la calle El Cojo y frente a la playa, las personas ricas tenían grandes quintas y construían quioscos frente al mar, sobre las arenas de la playa con el pretexto de cuidarlas.

Estoy hablando del Macuto de los años  40-45, de aquel Macuto que quizás pasó a la historia como balneario, pues hace muchos años que no voy por esos lares.

Por: Guillermo Sáez Álvarez,
22.08-2014.


1 comentario:

  1. Yo tuve el privilegio de vivir en ese maravilloso MACUTO adonde cierro lo ojos y recuerdo todo lo narrado en este árticulo. Viví enfrente del paseo Macuto solo tenía que cruzar la calle y entraba a la Playa a bañarme, de noche era el lugar de cita para encontrarnos los muchachos echar broma, tomar algún refresco y a las 9 pm ya mi mamá se paraba en la esquina de la Fuente se Soda Marozzi y ya yo sabía que era hora de irme a casa. Esa Venezuela era maravillosa y ese pueblo quedo marcado en mis recuerdos de mi adolesencia.

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