miércoles, 13 de agosto de 2014

HISTORIA DE UN SOBREVIVIENTE…

El amigo y compañero en el Blog Guillermo Sáez A. me envía la historia que publicamos abajo.

Yo por ser -como me denomino a veces- un “excedente de la 2a guerra mundial” me levanté escuchando ese tipo de historias. Recientemente, y en las reuniones con los pocos familiares de mi padre que encontré al llegar a Holanda escuché muchas de esas historias -pero sin el final feliz- sobre mis propios tíos; por esa razón no le di mucha importancia a lo enviado por Guillermo… Casos similares ocurrieron por toda Europa y aún son temas de conversación en las reuniones sociales y familiares…

Les narro algo:
 
En Holanda, y sobre todo en La Haya hay la costumbre de sonar las alarmas al medio día del primer lunes de cada mes, son las mismas que anunciaban los bombardeos en los años 40’s (hoy serían accionadas en caso de desbordamiento de los canales); pues bien aunque han pasado 70 años de los últimos bombardeos, uno puede ver en la calle ancianos, rondando los 90 años, mirando al cielo cuando las tocan. Eso me llamó mucho la atención recién llegado a este bello país del norte de Europa que además de cientos de años de guerras religiosas, pasó por las dos últimas guerras mundiales con sólo el esfuerzo de sus habitantes…

Pero en vista de que soy, como se dice, parte involucrada; me convencí que la historia debería conocerse; como un aliciente a las personas que aún tienen esperanzas de encontrar algún familiar ausente.

Por lo tanto, y con la venia de ustedes, la publico
J.W.J. de Wekker Vegas

HISTORIA DE UN SOBREVIVIENTE DE LA 2a. GUERRA MUNDIAL

o un ejemplo de perseverancia, fe, amor y fidelidad

Es un relato real que escuché anoche y que vale la pena difundir, por ser un ejemplo de perseverancia y fe…




Reproducción de: Guillermo Sáez Álvarez


Oslo, Noruega 1938.

Erik Jurgens, el protagonista de la historia, de 20 años de edad, trabajaba en una empresa comercial en Oslo y simultáneamente estudiaba música.

Concluido sus estudios musicales entró  a formar parte de la Orquesta Sinfónica de Oslo. Allí conoció a una chica de 19 años de la cual se enamoró y  se casaron.

Al año, su esposa Samantha dio a luz 2 bellas criaturas (gemelas) que llevaron felicidad al matrimonio y a las cuales puso por nombre Mud y Naomi.

En 1939 estalla la 2a. Guerra Mundial y Erik es llamado al ejército.

Al poco tiempo cae prisionero de los alemanes y pasa 6 años sin saber nada de su mujer y sus hijas.

Al ser liberado corre a su anterior residencia y no las encuentra ni nadie supo darle noticias de ellas. Desesperado visita todas las embajadas, busca a los antiguos amigos sin conseguir a ninguno. Solo le dicen que pudieron haber emigrado a América del Sur.

Consigue algún dinero y viaja a Suramérica. Visita Uruguay, Brasil, Paraguay y Argentina. Ninguna Embajada sabía nada. Sin embargo, algo le decía que estaban vivas en algún lugar y nunca perdió la fe.

Se vio obligado a buscar trabajo como músico en Buenos Aires, y así pasaron 15 años, durante los cuales no cesó en su empeño de encontrar a su mujer y a sus hijas, las cuales debían tener ya 23 años. Había escrito a todas la Embajadas para que le informaran si sabían de ellas. Mientras tanto trabajaba y reunía dinero.

En 1961 decide regresar a Noruega.

A los 6 meses de estar en Oslo, recibe una carta de la Embajada de Suecia. Su corazón estaba a punto de explotar y las manos le temblaban. Al fin abre a carta y era de su esposa. Casi cae tendido de un infarto y de la alegría.

Cuando al fin, después de 23 años ve bajar del avión a 3 bellas mujeres y las reconoce inmediatamente, y ellas, también a él, corren simultáneamente a abrazarse terminando felizmente esta pequeña gran historia, ejemplo de perseverancia, fe, amor y fidelidad pocas veces vista.

Guillermo Sáez Álvarez,
mayo de 2012.

1 comentario:

  1. En Venezuela tenía de vecina a una dama francesa que llamaré Dominique. Llegó a Caracas junto a una tía con 14 años. Su tía la encargó a unos amigos que hicieron al llegar a Caracas y se dispuso a buscar a la madre y sus hermanos. La historia no tuvo final feliz, pero recuerdo a Dominique siempre viendo al cielo caraqueño casda conmemoración de su llegada al país.

    Saludos

    ResponderEliminar

LOS COMENTARIOS SERÁN REVISASOS POR LOS ADMINISTRADORES; NO SE MOSTRARÁN INMEDIATAMENTE; ASÍ QUE ESPERA A QUE SEAN APROBADOS... GRACIAS