Simón Bolívar y Manuela…
Con relación al artículo anterior: “La debilidad, de Bolívar”, el buen colaborador Manuel Taibó me envía este artículo el cuál lo complemente con remembranzas sobre Bolívar narradas por Ricardo Palma y Herrera Luque; lo cual creo en la obligación publicarlo como complemento…JotaDobleVe
Enviado por: Manuel Taibo
Bolívar como todo hombre genial, tenía sus peculiaridades que a ojo del hombre común parecen imperfecciones. Tal es el caso de la inestabilidad amorosa del Libertador o, hablando más claramente, de su carácter mujeriego. Cuenta don Ricardo Palma, cronista peruano nacido en 1833 y muerto en 1919, haber conocido a Manuelita Sáenz y a la Vieja de Bolívar. ¿Quién era esta mujer que recibió tan extraño y significativo apodo? Démosle la palabra al célebre escritor.
Con el nombre de la Vieja de Bolívar se conoce hasta este año de 1898 a una anciana de noventa y dos navidades que en 1824, cuando el Libertador Bolívar llegó a Huaylas era un fresquísimo y lindo pimpollo de dieciocho primaveras.
En una mañana del mes de mayo, Bolívar hizo su entrada triunfal en Huaylas, y ya se imaginará el lector toda la solemnidad del recibimiento.
El Cabildo, que estuvo pródigo en fiestas y agasajos, decidió ofrecer al Libertador una corona de flores, la cual sería presentada por la muchacha más bella y distinguida del pueblo; claro está que Manolita Madroño fue la designada…
Con el permiso de don Ricardo, sea el momento oportuno de señalar y con el debido respeto que muchas de las niñas que coronaron al Libertador en sus entradas triunfales tuvieron el mismo destino que ya ustedes suponen para Manuelita Madroño. En Caracas se llamó Pepita Machado; Bernardina Ibáñez, en Bogotá; Carmen Garaicoa en Guayaquil y Benedicta Nadal en la Paz. ¿Era culpable el Libertador o el inicio de una tradición republicana que llega hasta nuestros días? Mejor devolvamos la palabra a don Ricardo Palma.
A don Simón Bolívar, que era golosillo, hubo de parecerle Manuelita boccato di cardenale y a la fantástica niña antojósele pensar que era el Libertador el hombre por ella soñado.
Libertador: (Con entusiasmo)
- Si el fosforo da candela qué dará la fosforera.
Manuelita Madroño: (Con voz suave y cadenciosa)
- Gracias, Libertador.
No pasaron cuarenta y ocho horas sin que los enamorados ofrendasen a la diosa Venus. Desde entonces hasta el glorioso campo de Junín, Manuelita Madroño fue la única amante del voluble Bolívar. Manuelita guardó tal culto por el recuerdo del gran hombre, que jamás correspondió a las pretensiones de otros galanes. A ella la arrastraba el río, por muy crecido que fuese.
Hoy en su edad senil, cuando ya el pedernal no da chispas, se alegra y se siente como rejuvenecida, cuando alguno de sus paisanos la saluda, diciéndole:
- ¿Cómo está la vieja de Bolívar?
Voz de Vieja: (Risueña y con picardía)
- Igual que cuando era moza.
Antonio José de Sucre criticaba acerbamente al Libertador sus frecuentes devaneos, como nos lo refiere, y copiamos textualmente, Ramón Díaz Sánchez en su Bolívar el Caraqueño (pág. 302)
El Mariscal de Ayacucho le comentaba en La Paz a Simón Rodríguez.
Sucre: (Irritado)
- Hace poco fue con la Madroño; pero era la mejor de Huaylas. No es el caso de esta Benedicta que está muy desacreditada. Usted que lo conoce desde niño, ¿ha sido siempre así? ¿Es que no sabe sobreponerse?
Simón Rodríguez: (Socarrón)
- Es hombre de amor, mi general. Hay que comprenderlo.
Sucre: (Sarcástico y amargo)
- De amoríos, querrá usted decir.
Simón Rodríguez: (Algo patético)
- No. De amor propiamente. Éste es un privilegio de dioses. ¿No sabe usted que el Olimpo es región de amores? ¿Recuerda usted los amoríos de Júpiter? El amor es creación y está presente en todas las circunstancias. Cuando el hombre es un creador, las mujeres son parte esencial de su fuerza.
Tomado de: LA HISTORIA FABULADA.
De Francisco Herrera Luque:
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