martes, 17 de junio de 2014

QUE TIEMPOS AQUELLOS,

o recuerdos en mi mente...


A veces, a falta de algo mejor, me pongo a recordar cosas, que aunque algunas están en MIS MEMORIAS, regresan a mi mente corregidas y aumentadas o quizás algunas olvidadas.

MERCADO DE SAN JACINTO


Por: Guillermo Sáez Álvarez

Aquellos tiempos, cuando niño aún, en la escuelita de las hermanas Calcaño, me enamoré de una bella chiquilla, hija de padres burgueses, y ella me correspondía. Era un amor inocente y puro, como puede enamorarse un niño de 8 años a lo sumo y que duró solo el tiempo que permanecimos en aquella escuelita, donde aprendimos las primeras letras. Es un hermoso recuerdo

Aquellos tiempos , en el Colegio San Ignacio, cuando íbamos de excursión al Ávila, con el hermano Lanz, pequeño y gordito, pero con una resistencia que no podíamos entender, pues, a pesar de la empinada cuesta, rumbo a Los Castillitos, iba tocando la flauta, como si tal cosa. Y por cierto, a su muerte, con algo más de 90 años, le rindieron un merecido homenaje, pues llegó a ser un gran músico.

Lanz fue nuestro maestro de segundo grado de primaria. Buen profesor, por cierto. Con él aprendimos la caligrafía Palmer y las primeras nociones de Gramática y Aritmética. Otro maestro a quién recuerdo muy bien fue el hermano Bonet, en cuarto grado, quien descubrió mi afición por el dibujo y me ponía a hacer retratos a lápiz, entre ellos, uno de Simón Bolívar. Fue un excelente profesor de matemáticas y con él aprendimos más de lo que exigían los programas oficiales, por ejemplo: raíz cuadrada.

Por esos tiempos, vivíamos en La Pastora, parroquia al norte de Caracas, hasta 1948, cuando nos mudamos a Los Rosales

Al  principio, en 1930, todos mis tíos vivían con nosotros; Noé, Oscar, José Manuel, Aquilino (viejo Sáez) y Oswaldo, el menor.  La casa, que era muy grande, con 7 habitaciones podía albergar a toda la familia con comodidad. Al pasar del tiempo se fueron casando y así, poco a poco, nos fuimos quedando solo con nuestros padres y entre todos sumábamos 14, pues éramos 12 hermanos. Más tarde Carlos Enrique se fue a vivir con los abuelos… ¡ahhh!, me olvidé de Tiota, nuestra aya y regresamos a la cifra de 14.

Hay algo, cuyo recuerdo me trae tristeza. Fue mi salida del Colegio San Ignacio, uno de los mejores de Caracas. De haber continuado y hacer mi bachillerato completo, con seguridad sigo una carrera universitaria, pues iba muy bien ¿Razones económicas? No lo sé, si del San Ignacio pasé al Liceo Alcázar donde se pagaba igual.  Mis padres nunca me dijeron. Cuando se cambia de colegio, siempre hay un descontrol. El Liceo Alcázar, aunque nunca igual al San Ignacio, tenía 2 buenos profesores: García, en Ciencias Naturales, y Quintero, en Historia de Venezuela. A García le gustaba enseñarnos en plena naturaleza, así que salíamos al campo, donde hubiera flores y plantas y  aprendimos a conocer y diferenciar sobre el terreno vegetales y flores de todo tipo y el nombre de cada especie.

Quintero también fue original, pues odiaba el caletre y sabía bastante de Historia. Así que cada semana escogía entre los más destacados, a alguno de nosotros para dictar la clase, y así saber si habíamos asimilado sus enseñanzas.  Por ejemplo, si teníamos que hablar de la batalla de Carabobo, había que conocer y explicar sobre el pizarrón las fuerzas de cada contrario, maniobras, tácticas, pérdidas por cada bando y consecuencias finales. Igual si teníamos que explicar la Guerra a Muerte, el paso de los andes, Boyacá, etc. O aprendíamos o aprendíamos, era su lema.

Nunca me quejé del Liceo Alcázar que por cierto, aún existe. Pero tuve que trabajar a edad muy temprana y estudiar de noche en el Liceo de Aplicación, donde por cierto, odiaba el latín y las declinaciones. Quizás era el profesor.

Mi primer trabajo fui en la Papelera Industrial, propiedad de Miguel Carabaño y Francisco Mendoza, por cierto, familia de los actuales Mendoza. A la muerte de Francisco Mendoza, lo sucedió su hijo, que por cierto, visitaba mucho el negocio y fuimos muy amigos.

Así comencé un tour por diferentes trabajos: Productora de Grasas, DG Estadística, UCV. Stubbins, hasta desembocar en el INOS  hasta mi jubilación.

Aunque no perdí todo ese tiempo, pues hice cursos en la Escuela de Administración,  aprendí dibujo de sistemas, pintura, contabilidad y adquirí conocimientos de clasificación y catalogación de materiales y algo de estadística y biblioteconomía en la UCV. También algo de carpintería y vitrales.

Hoy, después de tantos años y mucho correr, estoy detrás de unas teclas aprendiendo a ser escritor independiente, con bastante dedicación, amor a la gramática, defensa del idioma…y el apoyo que no se puede pasar por alto, de los que valoran y publican en su blog mis modestos trabajos. Por cierto, un saludo a J.W. de Wekker Vegas, quien debe estar algo atareado reparando uno de estos útiles, pero caprichosos aparatos.  

Por hoy basta de teclear.

Por: Guillermo Sáez Álvarez,
25 de junio de 2013.

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