Abuelo:
le voy a contar el sueño que tuve anoche con usted,
Por: Guillermo Sáez Álvarez,
Soñé que ambos íbamos en un globo aerostático y nos elevamos a muchos metros. El globo subía y subía cada vez más impulsado por la brisa. Debimos subir muy alto, quizás a más de mil metros -yo sentí miedo- dijo Gabriel, pues el globo no se detenía y hacía frío. Subimos sobre las nubes, recuerdo.
De repente comencé a ver algo extraño -continúa Gabriel- Era un gran edificio, un rascacielos que sobrepasaba las nubes y a su alrededor giraba una ciudad que flotaba, a pesar de que el edificio tenía sus bases en el suelo.
El globo comenzó a girar junto con las casas, pero sus techos no eran normales; todos tenían forma de ochos y juntos formaban una espiral que se repetía y se repetía formando muchas espirales, y cada una de ellas era un gran ocho -seguía contando Gabriel-. Eran como satélites del gran edificio.
-Yo estaba muy asustado, abuelo, y decidí bajar.
De repente, de cada casa comenzaron a subir globos, pero en grupos de ocho y pasaron junto a nosotros hasta perderse en el cielo.
Mientras, nosotros bajábamos más y más hasta posarnos suávemente en el patio de una de las casas que era un gran círculo, pero que unido a otro, formaba un gigantesco ocho.
-Fue entonces cuando recordé que era su cumpleaños, y le pregunte:-abuelo, ¿cuántos años está cumpliendo?:
Yo le respondí: “Si mal no recuerdo son 88”.
-En ese momento desperté -dijo Gabriel- y comprendí el significado del sueño.
-A partir de ese momento no dormí, pues estaba impaciente por llamarlo y le dije: -abuelo, el 88 debe ser un número mágico- Tiene que recordar todo y escribirlo, pues no todos llegan a esa edad.
Y para complacer a mi querido nieto, es eso lo que estoy haciendo no sin antes decirle que él es un ser muy especial.
Gabriel: siendo mi edad tan especial, te prometo vivir cada uno de los 365 días que faltan para llegar a los 89, si Dios me lo permite.
De repente comencé a ver algo extraño -continúa Gabriel- Era un gran edificio, un rascacielos que sobrepasaba las nubes y a su alrededor giraba una ciudad que flotaba, a pesar de que el edificio tenía sus bases en el suelo.
El globo comenzó a girar junto con las casas, pero sus techos no eran normales; todos tenían forma de ochos y juntos formaban una espiral que se repetía y se repetía formando muchas espirales, y cada una de ellas era un gran ocho -seguía contando Gabriel-. Eran como satélites del gran edificio.
-Yo estaba muy asustado, abuelo, y decidí bajar.
De repente, de cada casa comenzaron a subir globos, pero en grupos de ocho y pasaron junto a nosotros hasta perderse en el cielo.
Mientras, nosotros bajábamos más y más hasta posarnos suávemente en el patio de una de las casas que era un gran círculo, pero que unido a otro, formaba un gigantesco ocho.
-Fue entonces cuando recordé que era su cumpleaños, y le pregunte:-abuelo, ¿cuántos años está cumpliendo?:
Yo le respondí: “Si mal no recuerdo son 88”.
-En ese momento desperté -dijo Gabriel- y comprendí el significado del sueño.
-A partir de ese momento no dormí, pues estaba impaciente por llamarlo y le dije: -abuelo, el 88 debe ser un número mágico- Tiene que recordar todo y escribirlo, pues no todos llegan a esa edad.
Y para complacer a mi querido nieto, es eso lo que estoy haciendo no sin antes decirle que él es un ser muy especial.
Gabriel: siendo mi edad tan especial, te prometo vivir cada uno de los 365 días que faltan para llegar a los 89, si Dios me lo permite.
Por: Guillermo Sáez Álvarez,
26 de diciembre del 2913.
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