o urbanización "Los Chorros
Por: Guillermo Sáez Álvarez
Los Chorros, al este de Caracas era la urbanización preferida de los caraqueños adinerados para vivir y construir grandes CASAS-QUNTAS en enormes terrenos del tamaño de un campo de fútbol, que se vestían de amarillo de mayo en adelante, cuando comenzaba la época de mangos.
Aquellos que no eran propietarios de tamañas mansiones, pero que podían darse el "lujo" de pagar 300 bolívares para " temperar" por un mes, gozaban de su fresco clima con amaneceres olorosos a tierra mojada por la neblina que ya antes de diciembre y bien pasado el mes de febrero apenas dejaba ver a diez metros de distancia y " pacheco" hacía de las suyas en esas mañanas que obligaban a los vacacionistas a acurrucarse en sus camas, arropados hasta la nariz.
El tío José había alquilado una de esas casonas, llamada Villa Larrain, amoblada y con un terreno como de mil Mts cuadrados, con muchos árboles, y un gran estanque para almacenar agua. No recuerdo la fecha exacta, aunque por el frío y de que ya a Carlos Enrique y a mí nos habían dado vacaciones, creo fue un diciembre, y por la edad que teníamos el año debe haber sido 1941.
La casa-quinta tenía 2 pisos, y las habitaciones estaban en la parte superior Abajo había un gran salón, la cocina, dos baños y el comedor con grandes ventanales panorámicos con vista hacia la parte trasera.
Recuerdo como si fuera hoy, que en el salón principal había una vitrola y algunos discos de acetato y 78 r.p.m. Usaba agujas metálicas y funcionaba bien. Entre los discos estaba la Rapsodia Húngara No. 2 de List y quizás fue esta obra de gran belleza, la que despertó en mí el amor a la música clásica que he conservado toda mi vida.
Tío José, a pesar del frío, se levantaba a las 7am.para ir a trabajar, pero siempre encendía la radio para escuchar en Broadcasting Caracas, al organista panameño Salvador Muñoz con su órgano "de 1600 voces" según decía la propaganda. Muñoz estaba de moda, y de verdad, era un virtuoso del instrumento interpretando música popular en un estilo único e inigualable. Acompañábamos al tío, María Josefina, (su esposa) y yo.
Pero Los Chorros no solo era famoso por sus grandes casas sino por ser el Parque Recreacional de la época, con cascadas, lagunas para bañarse y hermosos paisajes naturales. Era, por así decirlo, el balneario de los caraqueños que deseaban disfrutar de un buen día de campo. Los pozos naturales eran alimentados por el río Tócome, afluente del Guaire. Aquellos que no tenían automóvil llegaban a él en tranvías eléctricos a los cuales llamaban " saltapericos", por los brincos que daban. Salían de la Estación Agua de Maíz, en Los Dos Caminos. Con el desarrollo de la ciudad y la desaparición de los tranvías, la gente se fue olvidando del parque, hasta que en 1971 fue rescatado por IMPARQUES, y acondicionado por ingenieros paisajistas agregándole 4 hectáreas para la recreación, recobrando así en gran medida, su popularidad.
En contraste, la urbanización fue perdiendo atractivo turístico por el mismo desarrollo, la emigración de propietarios a nuevas urbanizaciones que fueron surgiendo por el este. De las antiguas casas y sus grandes terrenos surgieron nuevas construcciones y en lo que era el patio trasero de una casa, hoy hay diez.
Hoy día, aquellas matas de mango que ponían amarillo el paisaje por los meses de mayo y junio y se podían recoger en el suelo hasta llenar la maleta de un carro, ya no existen.
Son cosas del progreso.
Por: Guillermo Sáez Álvarez,
junio 2012.
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