o, ¿Viaje a otra dimensión?...
RELATO CORTO
Por: Guillermo Sáez Álvarez
Yo buscaba una moneda debajo de la cama. De pronto me sentí extraño. Todo a mí alrededor era igual, pero me sentía diferente. Eran los mismos árboles, el mismo cielo, las mismas personas que al pasar me saludaban. Yo las reconocía y respondía al saludo, pero faltaba algo que no podía entender.
De pronto veo a mi esposa que me pregunta:
- ¿qué haces ahí?, te andaba buscando,
- “No sé”, le respondí,
- “Vamos a casa”, me dijo.
Yo la acompañé, pero sabía que faltaba algo que no terminaba de comprender.
- ¿Te pasa algo?-preguntó
- “Nada”, le dije
Entramos y eran los mismos muebles, todo era igual, salvo que en mi interior había algo que no comprendía y no sabía explicar.
- ¿De dónde venías?, le pregunté y ella, mirándome a la cara me respondió:
- “Pues de dónde iba a venir sino de mi trabajo, ¿acaso te olvidaste que regreso todos los días a la misma hora?, “Estás raro”, ¿te pasa algo?
- “No, no me pasa nada”, dije. Entonces ella dijo:
- “Me doy un baño y vamos a almorzar. Dio media vuelta y se dirigió al baño.
Yo me senté pensativo. Sabía que algo raro estaba pasando en mí. Era mi esposa, era mi casa, ¿era yo? O acaso, ¿no era yo? Debo estar loco.
De pronto algo se iluminó dentro de mí, y cori a mi cuarto. Mi cama, los muebles, abrí el closet y estaba mi misma ropa…todo igual, y sin embargo, persistía en mí una extraña sensación.
Entró mi esposa, se vistió delante de mí…sí, era ella. Me miró, sonrió y me dijo;
- “vamos a almorzar que tengo que regresar al trabajo”.
Yo estaba acostado con ambas manos sobre la cabeza. Me levanté, la besé y fuimos al comedor donde la señora del servicio tenía preparado el almuerzo.
Olvidé decir que teníamos 5 años de casados y una hija de 3 años que estaba en el pre escolar de donde regresaba a las 5 de la tarde en el transporte. Yo era ingeniero de petróleo y tenía unos días de vacaciones. Gozábamos de buena posición económica. Ella administraba una empresa de bienes raíces y nunca quiso dejar el trabajo.
Almorzamos y nos recostamos un rato. Como a las dos PM mi esposa se levantó, arregló, nos dimos un beso y se marchó al trabajo. Le gustaba ir a píe, pues quedaba cerca. Yo me quedaba con el auto por si quería dar una vuelta o visitar a un amigo. Nos llevábamos muy bien y ninguno era celoso.
Como a las 5 PM llegó mi hija en el transporte escolar.
- “La bendición, papá”, dijo, y nos abrazamos.
- ¿Quieres algo?, le pregunté,
- “SI, quiero comer un helado”.
– “Espera aquí que te lo busco”, dije, pues siempre guardábamos en la nevera.
Mientras ella comía, le dije:
- “Espera un momento que voy a buscar el diario de la tarde”.
Regresé como a los 10 minutos con el diario y unas monedas en la mano. Era el vuelto y me fui a mi cuarto a leer.
Luego de leer un rato me levanté y se me cayeron unas monedas del bolsillo. Me asomé bajo la cama a buscarlas y de repente me sentí extraño, vi algunas personas que pasaban y me saludaban. Yo les correspondía al saludo.
De pronto veo a mi esposa que me pregunta:
- ¿qué haces ahí?, te andaba buscando.
–“No sé”, le respondí.
Vamos a casa-me dijo. Yo la acompañé, pero me sentía confundido.
- ¿De dónde venías?, le pregunté,
- “De donde iba a venir, pues de mi trabajo”. ¿Acaso no sabes que regreso todos los días a la misma hora?, “Estas raro”, ¿te pasa algo?
- “No, no me pasa nada”, pero yo reía de felicidad y le dije: “es que estoy contento de verte”,
Y entramos en la casa……
Por: Guillermo Sáez Álvarez,
marzo 2013
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