miércoles, 4 de junio de 2014

EL TÍO NEPO

todos hemos tenido uno…



Por: J.W. de Wekker

Hoy recuerdo una historia familiar:

Mi madre tenía u tío, hermano de mi abuela, único varón entre siete hermanas, gocho y san antoñero… que fue todo un personaje… escritor –nunca de fama- historiador, -miembro sin número de la Academia de la Historia- y en el momento más relevante de su vida –y por muy corto tiempo- secretario privado de la presidencia de Venezuela…

Su nombre lo ubica: Don Nepomuceno Contreras Serrano, en dos platos, mi tío Nepo como cariñosamente le decíamos era un -creo que abogado- cagatintas de aquellos que requería aquella Venezuela gobernada por hombres a caballo; personajes que hicieron su fama alrededor de una pluma, muchas veces no muy bien manejada, y un conocimiento logrado por pocas lecturas mal asimiladas, o un fugaz paso por una universidad cucuteña o bogotana, pero ellos hacían realidad aquello de: “En el país de los ciegos, el tuerto es Rey”…

Que yo recuerde, nunca vi al tío Nepo en mangas de camisa, este personaje salía del cuarto –a desayunar- con chaleco, paltó y corbata –oliendo a 4711- e impecable se metía al mismo después de la cena…

Nepo se casa con una muchacha sencilla del occidente venezolano; la tía Flor Caldera, dulce y abnegada mujer quien lo sufrió toda su vida y le dio siete hijos… La tía Flor era, mucho, pero que mucho más joven que el mencionado personaje, la diferencia era tal, que esos primos -los de mi madre- fueron mis contemporáneos, y algunos compañeros de juegos…

El tío Nepo, como casi toda mi familia materna, fue longevo, muere pisando los 100 años, cuando ya habían nacido mis hijos, Flor contaba entonces unos 70 o 75 años… Y la viejita, al final de su vida (y quien sabe desde cuándo) le gustaba la “chirria” (bebida)… siempre –en esos tiempos- la vi enchispada, alegre y dicharachera. Mi tía Flor era muy dada al dialogo y a la risa; tal vez por la larga vida de circunspección que tuvo hizo que –al final de sus días- aflorara el carácter jocoso del marabino.

Nos hizo una visita cuando vivía en Barquisimeto, por unos días nos acompañó, por allá en los años 80´s. Un día sentada con ella, achispada que de costumbre, me decía “hijo, ¿quieres que te diga una cosa?: en más de cuarenta años de matrimonio yo nunca vi a tu tío desnudo, ni él a mi”… ¡Pero tía! – le contesté, ¿y cómo fue que tuvieron siete hijos?... –“hay mijito” me dijo, “por debajo de la sabanas y la dormilona”…

Y así fueron las cosas… Abnegadas eran aquellas santas mujeres que no cargaban –en venganza- de cachos a tipos como esos… Y, ¿saben cuál es el colmo?... que el sinvergüenza de mi tío Nepo tenía –que se sepa- una amante, y con ésta una media docena de hijos, tres menores al momento de morir la amante, Y, ¿qué hizo?, pues se le presentó a la tía Flor con los tres vástagos adulterinos y Flor – santa mujer- sin protestar, los terminó de crear como a sus hijos…
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Y me moriré preguntándome:
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¿Habrá visto la amante al tío
Nepo desnudo alguna vez?...


J.W. de Wekker
Agosto 1988


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