lunes, 2 de junio de 2014

LEYENDAS DEL AVILA,

o un paseo por nuestra hermosa montaña…




Por: Guillermo Sáez Álvarez

Nuestro cerro del Ávila, (hoy Guaraira Repano) , siempre seguirá siendo para quien transitamos todos sus caminos, y conocemos sus leyendas:

EL ÁVILA:

  • El Ávila por donde bajó a Caracas Pérez Bonalde.
  • El Ávila que plasmó Manuel Cabré en sus lienzos.
  • El Ávila de San José de Galipán.
  • El Ávila del Dr.Knoche
  • El Ávila de la cueva de los chivos
  • El Ávila de Los Venados
  • El Ávila de las hacienda de café
  • El Ávila de Los Castillitos
  • El Ávila de la piedra del indio

Subiendo por La Puerta de Caracas, antes de llegar a Los Castillitos, se siente un fuerte olor que aunque nauseabundo, atrae la curiosidad de los excursionistas.

Al acercarnos, vemos una cueva llamada "El cementerio de los chivos"

Cuenta la leyenda, que los chivos, que abundan por los alrededores, al sentirse mal, entraban a la cueva a morir.

Leyenda inventada por la imaginería popular, pues lo cierto es que los criadores de chivos y ganado vacuno, por comodidad, lanzan los huesos a la cueva, que al descomponerse, producen ese olor y originaron la leyenda.

Seguimos subiendo hasta Los Castillitos (ruinas de antiguos castillos coloniales de donde se custodiaba la costa de la invasión de piratas, y hoy sitio turístico de paro obligatorio)

Luego de detenernos un rato, continuamos nuestro camino pasando por una depresión de terreno llamada "El hoyo de la Cumbre”.

De aquí en adelante, el camino es plano hasta Los Venados, pero antes pasamos por un gran patio donde se secaba el café cultivado en una antigua hacienda.

Llegamos al sitio llamado Los Venados, por donde baja un riachuelo de aguas cristalinas.

Allí descansamos, almorzamos y llenamos nuestras cantimploras para continuar a Knoche, para lo cual hay que seguir otro camino, que conduce al misterioso sitio.

Allí fuimos recibidos por los cuidadores del lugar, donde residió el famoso médico que momificaba a las personas  de su entorno y edificó un mausoleo donde el excursionista podía contemplar lo poco que quedaba de ellas, antes de ser saqueadas. (Ya para los años 50 no existían). Como dato curioso, los cuidadores nos obsequiaron  deliciosas y dulces naranjas que ellos cultivaban.

Luego de un buen descanso, continuamos rumbo a Galipán, pintoresco pueblo donde se cultivan flores que luego se venden en Caracas. También hay duraznos y otras frutas, y su gente es muy amable con los visitantes.

Regresamos por el mismo camino pasando por los mismos sitios hasta llegar a la Puerta de Caracas.

También puede subirse por San Bernardino, cerro el Papelón hasta la cumbre donde hoy está el Hotel Humboldt, aunque es una ruta muy empinada.

Otra ruta es subiendo por El Marqués y pasando por la Piedra del Indio, piedra circular de origen antiguo.

Por dicha ruta, bastante transitada conduce a un riachuelo de cristalinas aguas e ideales para darse un buen baño.

Hoy, quizás la ruta más conocida es la que parte de la cota mil hasta llegar al riachuelo de cristalinas aguas, y que domingo a domingo es visitada por muchas personas amantes de la naturaleza, y donde se venden una gran variedad de dulces, pasteles y confituras de confección casera.

Hasta aquí, este breve relato de un paseo que se hizo costumbre desde mi época de colegial cuando subíamos con los curas del colegio San Ignacio de Loyola.

Por: Guillermo Sáez Álvarez.
mayo de 2012.

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