domingo, 1 de junio de 2014

UN DÍA CUALQUIERA,


de quien les escribe...




Por: Guillermo Sáez Álvarez

Veo  la luz filtrarse a través de la puerta. Amanece un nuevo día. Mi reloj marca las 6 am. Hora de levantarse, ir al baño, asearse y salir a la antesala. Mi  primer  acto del día es encender la ruidosa bomba  hidroneumática que durante 40 segundos mortifica mis tímpanos, pero sin ella no hay agua, ese precioso líquido que mantiene la vida. Lo de la bomba me recuerda que hay un gasto en mi futuro.

Me dirijo a la cocina para hacer 4 tazas de café, costumbre adquirida desde niño desde cuando nuestra aya Tiota me despertaba con una taza del aromático líquido. Soy un cafeinómano empedernido, aunque solo tomo 2 veces al día al día la reconfortante bebida.

Han pasado muchos años desde aquellos tiempos y hoy, ya sobrepasada mi esperanza de vida, comienzo una rutina que se repite exactamente igual día a día salvo que se presente algo inesperado, algo que se dañe por ejemplo.

Busco mi rincón de meditación que no es otro que la antesala de entrada a la casa, me siento a hojear una revista mientras se cuela el  café. Enfrente, a través de la reja una zona verde de aproximadamente mil  metros cuadrados un bosque de ficus adorna el paisaje. Un araguaney solitario y algo escuálido se ha abierto camino y sobresale entre los egoístas ficus, cuyas raíces , como telarañas  cubren el subsuelo donde solo crece la hierba voluntariosa. De pronto dos hermosas guacamayas parlanchinas hacen su aparición en busca de su alimento: el fruto del araguaney.  Su parloteo chillón hace ladrar al perrito del vecino y voy en busca de mi café que saboreo en medio de esa sinfonía de cantos de guacamayas y ladridos que ya no me molestan por la costumbre y la belleza roja y azul  de las preciosas guacamayas.

Mi reloj marca las 7.30 am. Oigo ruidos en la cocina. Es mi esposa que comienza su quehacer .Yo me dirijo a mi habitación y enciendo la computadora. Comienzo leyendo el correo que no es mucho, por cierto. Quizás algún mensaje comentando mis escritos, los infaltables efemérides de José Márquez o algún comentario de Johnny Wekker de la lejana Holanda.

Paso a leer Aporrea para enterarme de lo que opinan los amigos periodistas del tema del momento y leo algunos, aquellos que más me gusten.

Con frecuencia leo BBCMUNDO. Me gustan las curiosidades y los temas  científicos, algo sobre política internacional y muchas veces no coincido con ellos, sobre todo cuando tergiversan sobre lo que acontece en Venezuela.

Cuando tengo algo en mente, me dedico a escribir en Microsoft Office después de un frugal desayuno con avena, cambures y café con leche.

El tiempo pasa rápidamente, casi sin darme cuenta concentrado en mi escrito. Me gusta escribir en internet, pues se puede corregir, borrar o repetir una página, así como revisar varias veces buscando algún error. Si no hay errores procedo a enviar a mis contactos, escogiendo a los que aprecian mi trabajo.

Cuando estoy más concentrado en la computadora, escucho la voz de la jefa que me llama a almorzar. Ha pasado medio día y ya  son las 12 del día. En eso de la comida tenemos una disciplina militar: 8, 12 y 6 pm. Un rato de descanso luego del almuerzo y entre 1.15- 1-30 a ver en TV mi programa favorito: SABER Y GANAR en antena 2 de televisión española; un programa de concurso sobre cultura general.

Por las tardes en ocasiones juego ajedrez con la computadora, reviso Facebook  que por cierto no uso mucho por aquello de todos se enteran de lo que uno dice. Ocasionalmente veo Twitter que tampoco me gusta .

Por supuesto, a las 6 pm. llega la hora de la popular arepita rellena y por las noches me dedico a uno de mis pasatiempos favoritos: la música.  Dependiendo del estado de ánimo escucho música popular, folclore  o clásica: puede ser ópera, zarzuela, sinfónica sin que falten nunca los grandes maestros: Beethoven, Mozart, Haydn, Verdi, Rossini así como mis arias favoritas. ¡Ah!, me gustan las películas de Sherlock Holmes y Alfred Hitchkok. Las he visto casi todas.  Así pasa un día cualquiera con ligeras variaciones, en especial los domingos cuando la televisión tiene buenos programas.

Me faltó decir que esta es una rutina especial para jubilados.

Guillermo Sáez Alvarez, 
mayo 2014.


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