viernes, 27 de junio de 2014

PEDRO ANGEL GONZÁLEZ,

o el niño que cambió su VOLADOR por una caja de colores…


“A principios del siglo XX un niño margariteño se atrevió a cambiar su vistoso volador o papagayo por una caja de creyones y desde entonces se hizo pintor llegando a conquistar un puesto privilegiado en la pintura venezolana”



Síntesis de su vida tomada de:

“Nació en Santa Ana del Norte el 9-9-1901. Años más tarde su padre se traslada a Juan Griego y allí comparte junto a su progenitor el trabajo, escuela y pintura, por la cual mostró inclinación desde niño”

En 1916, el Estado le otorga una beca para estudiar en Caracas. En la Academia Nacional de Artes.

En 1921 entra en contacto con los integrantes de Círculo de Bellas Artes, sintiéndose más vinculado con los postulados académicos.

Durante varios años se vio obligado a ejercer varios oficios para subsistir.

Fue así como se hizo contratista de pintores-decoradores, dibujantes, diseñadores.

Con el escultor Raúl Santana, quien había aprendido en España la técnica del grabado y se lo trasmite a Pedro Ángel, que sí realiza varios trabajos de diseño gráfico y se convierte así en el pionero en Venezuela del intaglio, (grabado sobre metal en alto o bajo relieve).



En 1926, debido a diferencias de criterio, se retira de la pintura durante diez años. En 1936, a raíz de la reforma de la Academia de Bellas Artes y su transformación en Escuela de Bellas Artes y Artes Aplicadas de Caracas, y se le encomienda la organización del Taller de Artes Gráficas, en el cual desarrolló una plausible labor docente durante diez y siete años. Ese mismo año decide retornar a la pintura. Entre noviembre de 1959 y abril de 1960 desempeñó la labor de Director de la Escuela “Cristóbal Rojas”

Desde 1975, por decisión del Ejecutivo del Estado Nueva Esparta, la Escuela de Artes Plásticas de La Asunción lleva su nombre.

Retirado de la actividad docente, continuó pintando hasta poco antes de su muerte, ocurrida el 11 de marzo de 1981.

Juan Calzadilla, al referirse a su personalidad, señaló: “Con Pedro Ángel González ha desaparecido uno de los últimos testigos, tal vez el más informado del proceso del arte moderno Venezolano. El conocimiento que llegó a adquirir este pintor no se redujo al género que cultivó, ni a la obra de los integrantes de las generaciones que le fueron contemporáneas. Fue la suya una cultura abierta y dinámica”

Es innegable la influencia que ejerció sobre Pedro Ángel, el gran pintor de El Ávila, Manuel Cabré. Esa forma única, luminosa y casi tridimensional, el colorido, los valles y colinas que cambian a medida que transcurre el día, y los grandes formatos, que convierte a González, casi sin querer, en el cronista de un paisaje, de una ciudad cada día menos íntima, pero su quehacer, su colorido, sus claros cielos, van haciendo del pintor más dueño de sí mismo, cada vez más autónomo, luchando con una naturaleza cuya topografía, su crecimiento, los cambios ecológicos y arquitectónicos que él ha plasmado en sus lienzos embelleciendo lo que el progreso ha ido arruinando. Pedro Ángel González merece un lugar en la historia del arte. Por algo está representado en el museo de Arte Contemporáneo Francisco Narváez, en Porlamar.

Versión resumida y redactada por Guillermo Sáez Álvarez,
salvo algunos párrafos entre comillas y en letra cursiva.


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